martes, 31 de marzo de 2009

Residente temporal

Después de un año y cuatro meses de vivir en Israel, mi estatus pasó de turista con permiso de trabajo a residente temporal. El proceso fue mucho más fácil de lo que me imaginaba, y toda la burocracia y protocolo que se temen a la hora de tramitar una visa se redujeron a un par de horas de espera en un corredor atestado de gente de todas las proveniencias que también tramitaban la suya. Para llegar a este punto he recorrido un camino que se puede resumir así:

Cualquier ciudadano colombiano, por ley, no necesita una visa para ingresar a Israel y puede permanecer hasta tres meses como turista (uno de los pocos países para los que no se requiere). Pero es bien sabido que los gobiernos locales se reservan el "derecho de admisión" y nada raro es que a la llegada hagan todo más complicado y te pongan un sello en el pasaporte que limita el tiempo de estadía a lo que ellos determinan y no a lo que en realidad "tienes derecho" que serían tres meses. Yo, por supuesto, que no soy la elegida de dios ni nada por el estilo, cuando llegué a Israel por primera vez, en noviembre de 2007, también fui víctima de la determinación arbitraria de los funcionarios de inmigración, quienes, muy claramente, dejaron ver en mi pasaporte que mi permiso de visita era sólo por dos semanas. Dos semanas??!! Está bien que en un principio yo no sabía bien cuánto tiempo quería quedarme, pero obviamente no era sólo por dos semanas.

Siendo así, al día siguiente llamamos a la oficina del ministerio del interior (entidad encargada de trámites de visa) y solicitamos una ampliación de mi permiso de turista, en vista de que yo no debería tener ninguna restricción justificable para estar aquí. La respuesta fue una cita para el mes de enero para presentar estos y aquellos documentos y obtener de paso no sólo una extensión sino una visa con permiso de trabajo. Eso era mas de lo que estaba pidiendo pero la oferta la hicieron ellos mismos al escuchar que mi razón para visitar su país era que mi pareja es un israelí. Así, durante casi dos meses estuve como una pequeña ilegal a la espera de una cita.

En aquel enero de 2008 presentamos los documentos requeridos (yo, como venía preparada para quedarme o regresarme, había traído todo aquello que se supone te pueden pedir), registro civil, pasado judicial, cédula, etc., y por otra parte, certificados laborales y bancarios de Ayal (mi companero). Hasta aquí todo normal. Pero en la lista también figuraban otros requisitos, fotos de nosotros juntos de la época en que estuvimos en Colombia, facturas telefónicas de nuestra comunicación a larga distancia, cartas de su familia y amigos donde daban fe de que sabían sobre nuestra relación, etc, etc, etc. Todo esto para curarse en salud, es decir, para comprobar que no estábamos inventando un amor ficticio que me ayudara a mi a obtener una visa para vivir en Israel. Presentados los papeles y pagado el dinero recibí mi visa de turismo con permiso irrestricto de trabajo y derecho a múltiples entradas y salidas del país por un año.

Pasado el tiempo, y en vista de que aquí continúo todavía, llegó el momento de renovar la visa. Nuevamente el mismo procedimiento exceptuando los documentos que traje de Colombia. Certificados laborales, bancarios, de arriendo, de servicios públicos, cartas de la familia y los amigos, fotos juntos, y demás. Pero esta vez, además de poner la carpeta sobre el escritorio del empleado respectivo, nos hicieron una entrevista por separado, como en un programa concurso qué tanto conoces a tu pareja. Quién hace el mercado, cuáles son sus hobbies, cómo se llaman sus amigos, cuál fue el ultimo regalo que recibiste de él, etc, etc, etc. Después, presentados los papeles, pasada la prueba de la entrevista y pagado el dinero recibí mi documento de identidad israelí que me otorga el estatus de residente temporal, con el cual continúa mi permiso de trabajo y además ingreso al sistema de seguridad social y de salud del país.

Aunque suena un poco extenso en realidad fue todo muy sencillo, sólo se trataba de reunir los documentos, llegar a tiempo a la cita y esperar un poco. No sé si el mismo procedimiento sea así de fácil para una visa de estudiante o de trabajo sin ninguna conexión con un israelí, o sin ser judío, porque ser judío es la condición que te abre todas las puertas en este país (lo cual es otra historia que luego contaré). Si mi vida sigue ocurriendo aquí, este procedimiento, tal cual, se repetirá cada año, tres veces, y al cuarto año recibiría la ciudadanía que se traduce en un pasaporte israelí. Claro que a estas alturas, no se sabe qué es menos favorable a nivel global, si pasearse por el mundo como colombiano o como israelí.

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